jueves, 3 de febrero de 2011

La valiente Cindy


Siempre he dicho que los animales no son tontos, al contrario, son muy inteligentes. Y cuando se acostumbran a vivir entre seres humanos, adquieren una porción del razonamiento -a veces por la misma relación y observando la conducta de sus amos-. Aquella inteligencia se destapa a proporciones indescriptibles que, solo una persona que vive alrededor de animales y se detiene a observarlos sabe de lo que estoy hablando.

La experiencia con mi gata Cindy -o como le llamamos cariñosamente: “Miss Cindy”- ha sido de momentos de sorpresa. Una de esas vivencias es sobre la costumbre de restringir su territorio de movimiento, solo al interior de la casa y al patio.

Cuando la gata se hizo más adulta, comenzó a explorar la posibilidad de subir por el muro de división de nuestra casa con la del vecino y llegó a cruzar numerosas veces. El temor a los vecinos intolerantes con los animales nos llegó a preocupar y tomamos la decisión de rodear la pared con planchas plásticas, aseguradas con clavos en donde las uñas de la minina no podían penetrar, de modo que resbalara y volviera a caer en sus cuatro patas en el patio.

Tiempo después -mi gata sentada en su patio y nosotros con visitas en la casa-, notamos que se había acercado un gato que tenía días rondando. El gato no pudo salir de la casa y una de mis hermanas temiendo que pudiera portar enfermedades, procedió a asustarle para que saliera, pero fue imposible. Viéndose “amenazado”, el gato le siseó a mí hermana y esta retrocedió. Cindy le siseó de vuelta mostrándole su bella y amenazadora dentadura; le correteó por la terraza del patio, comedor, sala de estar y galería pasando por en medio de las visitas y… justo en el umbral de la puerta de la sala, Cindy frenó, y el otro gato viéndose libre, salió huyendo.

La conducta de mi gata fue la de mirar todas las caras de la gente. Luego entró con su rabo en alto a la vista de todos, por su hazaña tan valiente y desinteresada. Su platito de comida mojada fue también una deliciosa recompensa que su paladar agradeció… y no se si ella ha vuelto a espantar a cualquier visitante felino pero se que de ahí en adelante han sido pocos los mininos que se han aventurado a bajar al patio.

Escrito enviado por Moni Hernández

1 comentario:

Anónimo dijo...

True Story! I was there :D